JOSÉ MARÍA PLAZA
El pequeño David está aburrido de jugar solo en su cuarto. Ya no sabe qué hacer ni a qué jugar, hasta que recibe la visita de su amigo el monstruo. Este viene cargado con un gran saco que se ha encontrado en el suelo. Los dos amigos lo vacían con la esperanza de encontrar en su interior algo con lo que jugar. Pero cuál es la sorpresa de David cuando descubre que lo que ha llevado su amigo es un auténtico tesoro. Al principio se pone muy contento, pero al cabo de un buen rato buscando alguna utilidad, se da cuenta de que no sirve para nada, y de que lo mejor es abandonarlo. Así, ambos salen a la calle para tirar el tesoro, pero deshacerse de él no les resulta tan fácil como en un principio parecía. Tras varios intentos fallidos deciden enterrarlo en las afueras de la ciudad. De vuelta a casa, David confecciona, sobre una lámina de galleta, un plano del lugar donde han enterrado el tesoro y después se la comen. Así nunca sabrán dónde lo escondieron.