LUIS DE GUINDOS
Es un relato no especialmente novedoso de la crisis que sufrió España en los seis primeros meses de 2012, cuando el desplome de la actividad, las dudas sobre el sistema financiero y los incumplimientos con las cuentas públicas estuvieron a punto de empujar a nuestro país al precipicio de la quiebra. No hay muchas sorpresas en lo que cuenta De Guindos. Alguna confidencia sobre lo que le dijeron Wolfgang Schauble o Mario Draghi en las tensas reuniones de aquel verano de 2012 y poco más. Quizás lo más relevante sea su explicación del rescate a las cajas de ahorro, la defensa que hace de las razones por las que el Gobierno actuó como lo hizo y sus comentarios sobre las consecuencias de no haberlo hecho. Pero lo más interesante no está en lo que dice, sino en lo que no dice. O en lo que sólo insinúa. De Guindos omite, ignora o maquilla cuestiones fundamentales de su acción como ministro, de su pasado profesional anterior a la entrada en el Gobierno y de lo que dijeron, prometieron e incumplieron él mismo y sus colegas en el Consejo de Ministros. Como en todas las memorias de un político en activo, el libro parece más una reivindicación que un relato completo.