SOLEDAD PUÉRTOLAS
Un viaje por Oriente emprendido para huir del vacío del verano es el primer eslabón de una serie de acontecimientos que van tejiendo una red alrededor de Aurora, la mujer que narra, quizá para ir construyendo ella también una red sobre la realidad. A pesar de no ser una persona de acción, se deja arrastrar por los hechos de manera voluntaria. La aventura irrumpe, estalla, se aleja. Y vuelve, porque todo vuelve, prolongándose indefinidamente, cuando se sabe esperar, buscar, reconocerlo. El olor de las remotas y cálidas noches indias ha quedado lejos, el amor ha cobrado formas muy distintas, y todas se han desvanecido, pero Aurora, asomada a la calle oscura, en mitad de otro verano, lanza la mirada a su alrededor en busca de ese interlocutor que, al escucharnos, cambia nuestra vida. El misterio no puede desentrañarse del todo, el azar nos da nuevas claves cada día y, dentro de la melancolía que producen las pérdidas, está, aún vivo, el deseo, el enigma de las vidas ajenas y el papel que unos y otros juegan en la vida, toda la gama de interpretaciones que cada uno es capaz de hacer, de soñar, de crear.