RAMÓN JOSÉ SENDER
La historia que narra es la memoria de una vida. El cura de un pueblecito de Aragón llamado por todos Mosén Millán, cura típico, de los de toda la vida, más o menos es de la época en que la República tomaba auge en España de manera diferente en las capitales que en el campo, recuerda la vida de un muchacho mientras es la hora de celebrar su funeral, unos breves e intensos minutos en los que la espera se hace un sopor por el recuerdo de una vida que él contempló muy de cerca. Paco el del Molino lo llamaban, y él lo vio nacer, lo bautizó, lo tuvo de monaguillo, le dio la primera comunión, lo preparó para la confirmación, lo casó... y ahora celebra su funeral, una vida muy corta para tanta vida. La muerte de Paco fue una de esas muertes terribles, una de esas muertes políticas, una de esas muertes propiciada por tener ideas propias, una de esas muertes que sus verdugos aprovechan con descaro para imponer su ley y luego van al funeral a llenarle el bolsillo al señor cura para limpiar sus conciencias, y esto a nuestro sacerdote lo desquicia... pero en silencio, siempre en silencio.