JOSÉ FÉLIX PÉREZ ORIVE
Que las empresas se orienten a los negocios, que los jóvenes y ejecutivos sueñen con su independencia, que los parados y las amas de casa busquen el autoempleo, que los emigrantes se jueguen la vida, refleja una tendencia mundial inadvertida de nuestro tiempo: un adiós al calor de la nómina y al de otros refugios en donde se pueden congelar. Con su deseo común de arreglárselas por sí mismos, característica esencial de los hombres de negocios, desarrollan el instinto de saber comprar, vender y hacer clientes. Su capacidad de iniciativa y deseos de crecer, hoy más que nunca, es ya el leitmotiv de millones de personas. Un adiós a la empresa anima a arriesgar y nos hace pensar. Sus enseñanzas sirven para dirigir un país, administrar una pequeña red de gasolineras o llevar la zapatería de la esquina. Con su lectura se entiende mejor lo que nos rodea, pero, sobre todo, se pierde el miedo a realizar nuestros deseos.