EDUARDO MENDOZA
Un verano y un veraneo de posguerra: hace muy pocos años que callaron las armas en Europa, y la guerra civil española empieza a ser ya un recuerdo, aunque su huella resulte visible tras la forma en que, con la energía que dicta el instinto de supervivencia física y moral, se organiza la vida cotidiana de la gente. Estamos en Barcelona, y también en una no lejana localidad de veraneo, y un distinguido comediógrafo, cuyas piezas quizás empiecen a quedar pasadas de moda, vive las perplejidades de la entrada en la edad otoñal, no menos que la indecisión y el titubeo entre simultáneos o sucesivos reclamos amatorios.