JONATHAN STROUD
Londres, 2003. La magia rige la política y los negocios. Por eso, cuanto más importante es un mago, más influencia y poder tiene. Desde pequeños, los futuros magos son separados de sus familias, pierden su nombre y un mago se encarga de su severísima educación; a los doce años, reciben el nombre oficial, según el cual serán reconocidos como magos y como hombres, así como su primer par de lentes, que les permite ver algo del mundo de los espíritus. El poder de los magos es ilimitado -en función de su saber- y la mayoría trabaja para el Gobierno. La corrupción está a la orden del día y la amistad es sólo una cuestión de estrategia. Cuantos más poderes tiene un mago, más capacidad tiene de convocar a los distintos espíritus y conseguir lo que quiere. Sin embarto, a los magos les ha salido un incómodo enemigo: la Resistencia, un grupo de personas normales y corrientes que, hartos de la corrupción, quieren que el poder vuelva a manos del pueblo ...